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¿ERES CONSCIENTE DEL USO QUE HACES DE LA MÚSICA?

La música no es un mero acompañamiento o algo estético que disfrutas.
Es una herramienta poderosa de transformación personal, respaldada por décadas de investigaciones científicas. Escucharla, cantarla o simplemente sentirla puede modificar tu cuerpo, tu mente y tu manera de estar en el mundo.

1. Música y cuerpo físico

La música tiene efectos fisiológicos inmediatos: regula la respiración, baja la tensión arterial, disminuye el ritmo cardíaco y reduce la producción de cortisol (la hormona del estrés).


Un estudio del Massachusetts General Hospital (Harvard Medical School) demostró que escuchar música relajante antes de una cirugía reduce los niveles de ansiedad más que algunos medicamentos (Bradt & Dileo, Cochrane Review, 2011).

2. Música y cerebro

La música activa ambos hemisferios cerebrales al mismo tiempo, algo que pocas actividades logran. Estimula zonas relacionadas con el lenguaje, la motricidad, la memoria, la atención y las emociones.


Según la neuróloga Jessica Grahn (University of Western Ontario), escuchar música mejora la conectividad neuronal y favorece la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar.


El Instituto Max Planck también ha mostrado cómo la música estimula la liberación de dopamina, el neurotransmisor del placer, el aprendizaje y la motivación.

3. Música y emociones

La música atraviesa la corteza racional y llega directamente al sistema límbico (el centro emocional del cerebro). Por eso puede hacernos llorar, sonreír, calmarnos o impulsarnos en segundos.


La Universidad de Helsinki ha demostrado que cantar en grupo libera oxitocina, la llamada “hormona del vínculo”, aumentando la sensación de pertenencia y bienestar.

4. Música y pensamientos

No sólo nos sentimos diferentes con música: también pensamos distinto.
Músicas lentas y armónicas promueven la introspección y la toma de decisiones más conscientes.

Músicas rítmicas activan la energía y el foco atencional.


Un estudio de la Stanford University School of Medicine reveló que la música clásica activa regiones del cerebro responsables de la organización del pensamiento, facilitando la claridad mental.

5. Música y percepción del tiempo

La música modifica nuestra experiencia del tiempo. Diez minutos entrando la música en juego, pueden sentirse como una hora… o al revés.
Esto tiene una explicación fisiológica: la música sincroniza nuestros ritmos internos y puede “resetear” la percepción temporal, permitiéndonos salir del piloto automático y vivir el presente.

 

6. El mal uso de la música: cuando en lugar de cuidarte, te desconectas más.

No toda música es buena para todos ni en todo momento. El mal uso de la música puede anestesiar, reforzar emociones destructivas o desconectarte aún más de ti.

  • En 2015, el neurocientífico Peter Vuust, del Center for Music in the Brain (Universidad de Aarhus), explicó cómo ciertos patrones musicales activan circuitos de recompensa de forma similar a sustancias adictivas. Escuchar de forma compulsiva canciones tristes o repetitivas puede alimentar estados depresivos o ansiedad.

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  • En entornos como hospitales o transporte público, se ha comprobado que música mal escogida puede aumentar el estrés en vez de aliviarlo (North, Hargreaves & McKendrick, 1999, Applied Cognitive Psychology).

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  • Incluso en la educación, investigaciones del National Institute of Health alertan de que usar música de fondo inadecuada mientras se estudia puede interferir con la memoria a largo plazo, especialmente si contiene letra o ritmos agresivos.

 

 

Lo importante no es escuchar música, sino cómo y para qué lo haces.

No se trata de poner una canción de fondo mientras haces la cena.
Lo transformador ocurre cuando eliges la música con intención, consciencia y conocimiento; la escuchas con presencia y la usas como puente para cuidarte, sentir, comprender y vivirte de otra forma.

 

Esa es la base del trabajo que propongo en Consciencia y Música: usar la música como una herramienta real de autocuidado, regulación emocional y reencuentro contigo.

 

No se trata de qué escuchas, sino de para qué lo haces y saber seleccionar. Yo te enseño para que puedas aplicarlo en tu vida y en la de las personas que te rodean.

No hace falta tener conocimientos musicales para beneficiarte de ello. Basta con que estés dispuesto a escucharte de verdad.

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